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Foto del escritorBeth Rosell

El círculo mágico de la generosidad

Lo único que necesito eres .


Diciembre ya está aquí, y con él, el momento del año en el que más nos damos al otro. Son momentos en los que preparamos con ilusión ese regalo que en las próximas fechas abrirá nuestro ser querido. Diciembre es, sin duda, el mes más generoso del año, porque regalar es un acto de generosidad. En el momento exacto de dar y recibir, en el mom

ento en el que el paquete pasa de unas manos a otras, es cuando la magia de la generosidad brilla con toda su intensidad. La ilusión previa al elegir ese objeto, envolverlo y ofrecerlo se ve recompensado con la mirada brillante del otro, con la sonrisa sincera al abrirlo y con ese “gracias” que aparece en sus labios. El círculo mágico de la generosidad se ha cerrado. Y tú te sientes feliz.

 

Pero quizás, al abrir el regalo esta magia se rompe. Tal vez el otro no esperaba ese regalo o no puede evitar la decepción o la incredulidad al comprobar su contenido y es cuando ese equilibrio que debería existir tras todo acto generoso se rompe al escuchar frases como: -No te deberías haber molestado-, -Esto es demasiado- o -No hacía falta que hubieras comprado nada. Más allá del concepto de generosidad puramente material, la generosidad en sentido amplio es el sutil arte de dar y de recibir. El ser humano tiene la necesidad de vivir en equilibrio y la generosidad es puro equilibrio: equilibrio con uno mismo, con los otros, y con nuestras relaciones profesionales y familiares. ¿Cómo? ¿No se nos había presentado siempre la generosidad como un valor positivo? ¿No es admirable aquella persona que actúa siempre por y para las personas? ¿La que da sin esperar recibir nada a cambio? Pues, no. La generosidad no es solo el acto de dar. La generosidad es un camino de ida y vuelta, porque cuando tú das algo creas una deuda al otro, y esto es un concepto muy importante a tener en cuenta y no olvidarlo. Si das, el otro se ve ante la necesidad de devolverte de alguna manera lo que ha recibido. Es por ello, que cuando te invitan a un café dices de manera casi automática: -El próximo, lo pago yo-. O por esto no soportamos ser invitados constantemente. No queremos sentirnos en deuda con nadie. Ni material, ni emocional. La generosidad se entiende, entonces, como un billete de ida y vuelta y crea relaciones saludables, armónicas y en continuo equilibrio ascendente. Al dar, recibes lo dado y un poco más y a su vez, tú das su “un poco más” y das un poco más. Esta es la grandeza de la generosidad armónica en las relaciones. Este equilibrio ascendente, este flujo continuo entre dar y recibir, es el círculo mágico de toda relación generosa. Y esta magia crea satisfacción y felicidad continua.

 
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